El guitarrista Manuel Rodríguez acaba de editar el quinto disco de su carrera en solitario, titulado “Atlantis”, bajo el nombre artístico de Rodriguez –así, a secas y sin acento, como hace un servidor cuando firma artículos-.

Al final de esta extensa entrevista, que leerás en varias partes, entraremos a fondo en el contenido de “Atlantis” pero antes, tal cual en esta primera entrega, creemos interesante profundizar en la larga carrera musical de este guitarra nacido en España pero criado en Suiza.


por Jon Marin


¿Cómo surgió tu interés por la música y el Rock, y cuándo empezaste a tocar, Manu?

Cuando tenía 10 años descubrí a los Beatles y eso transformó mi vida. Supe en ese momento que eso era lo que yo iba a hacer en mi vida. Fue como encontrar la verdad. Con 13 años me regalaron mi primera guitarra y, desde ese día en adelante, empezó mi largo trayecto como músico hasta hoy. Eran los años setenta, una época muy buena para la música, y ahí fue cuando empecé a conocer muchos artistas como Queen, Thin Lizzy, Deep Purple, Fleetwood Mac, Rory Gallagher, Santana, Peter Frampton y muchos más. Aquello quedó grabado en mi ADN y forma parte de cómo toco, arreglo y escribo mi música.

Tu primer grupo, mientras vivías en Suiza, fue Stonefield. Lo fundasteis en 1982 pero tardasteis unos años en poder sacar el primer disco: “The eyes of the dawn” en 1988…

-Así es. Empecé con Stonefield en 1982. Durante los primeros años la formación tuvo un par de cambios en la formación, hasta que en 1986 llegamos a ser la formación con la cual conseguimos hacer la música que teníamos en la mente. Era un Hard Rock tipo Rainbow, Sabbath con Dio y Uriah Heep con el que finalmente llegamos a ser una banda con un disco en el mercado.

¿Qué repercusión tuvisteis?

-Ese disco,“The eyes of the dawn”, fue acogido muy bien y en poco tiempo empezamos a tocar en conciertos importantes, como cabeza de cartel y de teloneros o invitados especiales con grupos como Barón Rojo, Tokyo Blade, Exodus, Krokus, Living Colour… en países como Suiza, Italia, Alemania e incluso España.

Tras otro LP, “The light of lies”, en 1990, Stonefield no tardó en deshacerse. ¿Cuál fue el motivo?

-El segundo disco no obtuvo, al contrario que el primero, una gran acogida, lo cual nos dejó un poco sin viento en las velas. También llevábamos ya ocho años con el proyecto… y además, entre los 20 y 30 años de edad las personas se desarrollan muchas veces de diferente modo. Yo, por mi parte, tenía ganas de experimentar con más estilos y probar cosas nuevas, mientras otros miembros querían seguir por la misma línea. Tampoco estábamos contentos con el cantante, ya que nunca se había integrado al cien por cien en el grupo; él vivía en Alemania y sólo acudía cuando teníamos que ensayar cosas nuevas, para grabar o para los conciertos… No estábamos satisfechos con esa situación y cogimos uno nuevo, pero con el tiempo nos dimos cuenta de que fue un gran error. Pero, como te he comentado, había un par de factores que se habían juntado, que no fuimos capaces de arreglar o controlar. Así que yo en junio de 1992 le comuniqué al resto de la banda que no quería seguir. Y ahí acabó todo después de una trayectoria de diez años.

Posteriormente formaste en otras dos bandas: Vicious Delicious y Quasimodo. ¿Qué nos puedes contar de aquella etapa?

-Vicious Delicious fue la siguiente banda de Hard Rock que formé, con Alberto Chenevard, el bajista de Stonefield, y dos amigos: Christian Kraska y Andy Bianchi. Estuvimos un par de años haciendo conciertos y tratando de conseguir un contrato discográfico. Pero, como sabes, en aquellos momentos llegó el Grunge y el Hard Rock perdió la atención de muchos durante varios años. El grupo Quasimodo ya existía en paralelo con Stonefield. Era un grupo de versiones en el que tocábamos rock, blues, funk, latin… más que nada en fiestas y festivales. Éramos un gran grupo de amigos que sólo estábamos interesados en tocar buena música y pasarlo bien. Nunca hubo ambiciones de carrera y era también una buena marera de ganar un poco de dinero, ya que no había que invertir en un negocio –entre comillas, me señala-. Nos sirvió para poder vivir un poco mejor, ya que eran tiempos de vacas flacas.

Nuestro protagonista sigue contándome…

-Vicious Delicious se acabó en 1997 y no formé algo nuevo. En los siguientes años trabajé como sidemen (o sideman: músico acompañante en estudio o conciertos) para otra gente y bandas internacionales como los estadounidenses Jimmy Dillon o Eric St. Michaels, con Marc Storace de Krokus, los también suizos Bianchi y D’addio, la británica Sarah Brightman o Il Divo; trabajé con todos ellos como guitarrista, teclista o director musical. Así que durante todo ese tiempo toqué muchos estilos diferentes y en todo momento seguí también componiendo mi música.

Llega 2002 y decides lanzar un disco ya con tu nombre –bueno, con tu apellido- en solitario. El primero fue “Catch the light”.

-Sí, fue durante ese periodo de cinco años cuando fui poco a poco grabando “Catch the light”. En ese álbum metí toda clase de música: Hard Rock, Progresivo, Pop-Rock y también arreglos de música clásica como, por ejemplo, de Wolfgang Amadeus Mozart.

En 2006 formas un dúo con el cantante irlandés, residente en Australia, Roy Wilders. Como ‘Rodriguez & Wilders’ sacáis el LP “World away”. ¿Cómo llega esa conexión?

-Una vez, tocando como sidemen en un concierto, Roy actuó como invitado especial para cantar un par de temas. No nos conocíamos, pero desde el primer momento hubo una conexión muy grande y nos hicimos amigos al instante. Él estaba en Suiza trabajado con una banda de allí que se llamaba Southern Comfort. Comencé con él componiendo un tema, que acabamos grabándolo en acústico para “Catch the light”, y surgió la idea de hacer un álbum entero, ya que era muy orgánico, muy natural y fácil hacer música juntos.

¿Fue bien acogido este disco?

-Sí, fue bien acogido e hicimos dos giras en Suiza, dimos unos cuarenta conciertos. Para mí, funcionaba muy bien y me hubiese gustado seguir con ese proyecto, pero Roy se casó y se mudó a Australia para formar una familia, ya que ella era de allí. Eso lo complicó todo, ya que Australia está muy lejos y era muy difícil trabajar así. Así todo, seguimos en contacto y Roy también cantó un tema en mi segundo álbum, “Rodriguez 5340”. Por cierto, en estos momentos estoy remezclando el disco “World away”, que se va a reeditar en los próximos meses.

(Continuará).