2020 está siendo un año prolífico en guitarristas altamente cualificados, que saltan al panorama de nuestro Rock desde sus bandas habituales o por la vía directa del proyecto individual. A los casos ya conocidos de Paco Ventura, Juan Saurín o Charly Aragoneses se suma ahora Miguel Ángel Torres, quien toca las seis cuerdas en el grupo Ars Amandi. Este guitarrista cordobés en actuales menesteres castellanos se ha desmarcado con ‘Vulgar Pretension’, su propio disco instrumental en solitario. Se trata de una colección de diez trepidantes composiciones, en la que se alternan y mezclan estilos muy distintos como el Rock, el Metal, la Fusión y el Blues.

El álbum está disponible desde el pasado 25 de marzo y supone su tarjeta de presentación como instrumentista. La variedad es la norma de sus diez piezas, que cabalgan rápidas por unas partituras en las que la melodía se combina con la velocidad. Como no podía ser menos en una grabación de esta naturaleza, el virtuosismo marca la nota de una obra de claro matiz personal, que busca la excelencia mediante la calidad compositiva. Los singles elegidos para presentarlo han sido ‘The time’s come’ y «Cabiria». Miguel Ángel vende el formato físico de su debut directamente desde su web oficial (www.MiguelAngelTorres.net).

Los colaboradores con los que Torres ha contado para su obra han sido numerosos y diversos: el bajista David Noisel (KHY, Ars Amandi, Döxa) y el batería Carlos Expósito (Leo Jiménez, Stravaganzza) han sido los titulares, mientras que en calidad de invitados han figurado Manuel Ibáñez (teclados en Medina Azahara) y los guitarristas Gaby Soulé y José Rubio (Nova Era, José Andrëa y Uróboros, Warcry) -ambos con la aportación de sus respectivos y personales solos-. Por su parte, el violinista Daniel Rodríguez, compañero de Torres en Ars Amandi, demuestra su pericia y buen gusto en el tema «Cabiria».

Miguel Ángel Torres describe así su trayectoria musical:

«Nací a principios de los 80 en Córdoba, España, y comencé a tocar en la escuela un instrumento de doce cuerdas llamado laúd español a la edad de ocho años. Mi padre también tocó este instrumento cuando era joven y pensó que era una buena idea. Pero fue a la edad de once años, cuando estaba cansado de tratar de emular a mis intérpretes de Rock favoritos en un pequeño diapasón, cuando realmente me interesó tocar la guitarra. En ese momento, mis principales héroes de la guitarra eran Slash, Yngwie Malmsteen, Gary Moore, Steve Vai, John Norum, Satriani… y fueron mi inspiración para elegir una vocación que ya no pararía.

Deseaba una guitarra eléctrica más que nada en el mundo, pero lo más parecido que tuve fue una guitarra acústica, que llegó a casa como regalo para mi hermana. Así que me prestaron esa guitarra y comencé mi aprendizaje autodidacta. Estuvo genial durante algunos meses, pero el sonido de esa acústica no era lo que estaba buscando… Toqué varias guitarras eléctricas de mis amigos, y eso sí era lo que quería. Era alucinante cada vez que tenía una en mis manos. ¡Podía hacer con ella muchas cosas estupendas! Así que empecé a ahorrar dinero para una guitarra eléctrica, lo que me llevó más de dos años… Al final, lo cierto es que necesité la ayuda de mi abuela para comprar esa primera guitarra eléctrica. Por su parte, mi padre me compró un amplificador barato pero efectivo. ¡Tenía trece años entonces, y ese día fue el comienzo de mi locura!».

Leo Cebrián Sanz