Otra de las invitadas al debate-coloquio del próximo sábado 9 de marzo en el Metal Legacy FEM que se celebrará en la localidad madrileña de Alcorcón es la cantante Elisa C. Martín, que esa misma noche actúa en la sala Revi Live. Uno de los actos previstos en la jornada del Centro Cultural Viñagrande es la presentación del escrito que la vocalista madrileña publicó en marzo de 2018. Ha pasado ya tiempo, pero la excepcionalidad de esta autobiografía justifica de sobra que vuelva a la actualidad un libro de memorias tan singular como “Mi vida. De la delincuencia al Heavy Metal”.

Para empezar, cabe destacar que este volumen de recuerdos y confesiones personales apenas conoció distribución, lo que ha convertido este título de la colección Garaje Especiales de El Garaje Ediciones en uno de los objetivos principales de aquellos que compran y coleccionan cualquier cosa sobre el Rock Duro y Heavy Metal español. En cuanto lo vimos hace unos días en una librería del centro de Madrid, corrimos a comprarlo para disfrutar por fin de este valiente “libro de redención”, en el que Elisa Candela Martín relata su infancia y juventud.

Tras un prólogo escrito por el político y periodista Mariano Muniesa, Elisa dedica su texto “a todas aquellas personas que desean tener un cambio profundo en sus vidas pero que, por miedo, no encuentran esa fuerza, esa confianza, esa fe ciega que les haga atreverse más en la vida y poder así darse, al menos, una oportunidad de ser realmente felices”. Este deseo y una cita de Paulo Coelho dan salida a una introducción, diez capítulos cronológicos (“Orígenes”, “Infancia”, “Heavy Metal”, “Amor”, “Odio”, “Cristiana y lesbiana”, “Mi oscuro pasado”, “Londres”, “Volver a empezar” y “Éxito”), unas “Reflexiones” de autoayuda y un “Album fotográfico” final.

En este impresionante “a corazón abierto” Elisa recuerda su infancia en el barrio de Carabanchel Bajo, en el seno de una familia obrera propietaria de un bar muy frecuentado por los vecinos de la zona en el que ella misma trabajó muchos años. La autora rememora sus primeros y felices años de niña, el progresivo descubrimiento de su personalidad más íntima, el confuso proceso del reconocimiento de su sexualidad y su vocación absoluta por el Heavy Metal. La cantante es por entonces una buena estudiante y una deportista nata, a la que poco a poco va afectando el deterioro de la convivencia familiar y doméstica.

El giro de los acontecimientos en su vida empuja a la vocalista al peligroso mundo de la delincuencia, mientras se defiende a puñetazos de todos aquellos que la atacan por su condición de lesbiana o un comportamiento y/o estética que algunos y algunas entendían como poco femenino. Los problemas no cesaban en casa y Elisa entra de lleno en el mundo del delito, aunque sabe parar a tiempo y pone orden en su vida durante un periplo de residencia, trabajo y estabilidad espiritual en la capital británica.

El regreso a su barrio pone a prueba la fortaleza adquirida por Elisa, que desde ese momento corta relaciones con su entorno local más tóxico y prioriza su carrera artística hasta lograr la estabilidad que le proporcionan sus primeras bandas, como Sabatan y por supuesto Dark Moor. Tras ellas llegarán las internacionales Fairyland, Dreamaker y Hamka, aunque hay que aclarar que es de música de lo que menos se trata en el libro.

Conmueve la cruda sinceridad con la que en todo momento se expresa nuestra mejor intérprete de Heavy Metal, ahora en solitario como Elisa C. Martín. El libro golpea y golpea al lector con un torrente de emociones y confesiones que te hace empatizar de inmediato con la también escritora, a la que hay que agradecer que no se haya dejado nada en esta generosa sesión de psicoanálisis público.

“Mi vida” trata sobre la vida en los barrios en el Madrid de la época, sobre el amor el deporte y a la música, sobre lo que significa ser “buena chica” o una ‘Rock and Roll children’, sobre un modelo familiar que finalmente fracasa, sobre la capacidad para crecer espiritualmente y superar los miedos y sobre todo -y esto nos ha removido en grado máximo- sobre el amor incondicional a una madre. Bravo, Elisa, y enhorabuena por tu testimonio.  

Leo Cebrián Sanz