La celebración de una muestra sobre cartelería comercial en CentroCentro, el espacio de difusión cultural del Ayuntamiento de Madrid situado en plena Plaza de Cibeles, ha traído a la actualidad la seña identitaria de la sala Canciller de la calle Alcalde López Casero. La cosa tiene su miga, ya que se está produciendo una cierta confusión respecto al origen de una de las piezas expuestas en “No va a quedar nada de todo esto”, la exposición que ha organizado el colectivo Paco Graco en su permanente campaña de recuperación del patrimonio popular madrileño.

Una de las rotulaciones que más llama la atención en esta retrospectiva de las llamadas “tipografías del olvido” es la correspondiente al “Canci”… o más bien a lo que se supone que es la discoteca cuando realmente se trata del cine. He aquí lo publicado en “eme21mag”, la “Revista Cultural Ilustrada de Madrid” en su número 73 del pasado mes de diciembre: “La sala de conciertos Canciller, junto al metro de El Carmen, fue el templo del Heavy Metal en Madrid. Por allí pasaron bandas como Iron Maiden, The Black Crowes, Barón Rojo y Obús. Sin embargo, estas letras de formas psicodélicas nos hacen pensar más bien en otros géneros musicales. Todo el mundo la conocía como “La Canci”. Después de su época de esplendor tuvo que cerrar sus puertas en 1994 y el edificio se convirtió en una sala de cine. Más tarde tendría una segunda época en San Blas”.

Hay que aclarar a Ignacio Vleming, autor del texto, que lo que preside uno de los pasillos del centro cultural es el cartel luminoso -aunque apagado como el resto de los mostrados- de la sala cinematográfica en su última etapa de vida, que culminó en 2007. El rótulo fue aprovechado por la cadena Aldi, uno de cuyos supermercados ocupa actualmente la totalidad del histórico inmueble, para dar algo de ambiente y color histórico al vestíbulo en el que lucía en recuerdo de sus tiempos dedicados al ocio cinematográfico.

Un problema de humedades obligó a la marca alemana a retirar su voluntario y generoso homenaje a los cines Canciller, con la fortuna de que el colectivo citado recogió el icono para guardarlo en su almacén. Junto a él hay otros que también forman parte de este curioso y atípico recorrido por la historia de la capital, como los que identificaban el comercio La Gloria Jabones, la Joyería Relojería Rojas, la sastrería Casa Benítez, el Café Somosierra… o los Cines Victoria.

Como curiosidad, cabe recordar que esta sala de la calle Francisco Silvela formaba parte junto a Canciller y otras muchas de la ciudad de la cadena Reyzabal, una poderosa red de cines que alojaba discotecas en sus bajos. Y como en el caso del Canciller, tampoco el rótulo de los Victoria que se exhibe en CentroCentro corresponde a su tipografía original. Ante la duda generalizada, ya explicaremos con detalle todo lo relativo a la imagen de marca del Canciller y algunas de sus hermanas como Consulado, Kursal o Lido. Por ahora queda resuelta la duda que asalta a los visitantes de esta «expo» gratuita, cuya visita es aun así muy recomendable.

Leo Cebrián Sanz