REFLEXIONES DE UN ROCKERO

Aprovechando un pequeño descanso entre entrevista y entrevista con grupos emergentes que se buscan la vida por toda la geografía española, he querido empezar el año analizando la situación del Metal en España. Aun sin considerarme  una persona negativa, me apetece escribir en voz alta sobre lo que estoy viviendo actualmente en lo que es nuestro rollo o, dicho de otra manera, nuestra cultura.

Llevo desde los 15 años escuchando Metal, asistiendo a conciertos y, en definitiva,  consumiendo todo lo que se refiere o huele a Rock Duro, Heavy Metal o como queráis llamarlo. Yo me quedo con Metal y Rock Duro. Gracias al Metal he hecho grandes amigos y aún sigo haciéndolos. ¡Ah, se me olvidaba!, tengo ahora 50 años y valoro y me gusta el Metal más que hace 30 años. Con tan solo 16 ya tenía mi propio programa de radio: «Al pie del cañón» se llamaba. Solo vivía por y para ese programa, que fue una gran experiencia.

Últimamente estoy viviendo situaciones que creo no ayudan a que el Metal vaya por buen camino. Músicos con el ego por las nubes, promotores sin escrúpulos o salas de conciertos que no facilitan la programación de bandas de Rock son sólo algunos de los ejemplos.

Uno de los valores entre nosotros los rockeros ha sido siempre ha sido la hermandad, por lo que me apena mucho ver cómo en la actualidad las nuevas generaciones se echan mierda entre ellos y juegan a ver quién es más heavy. Sí, claro que sí, esto ha existido siempre. Pero desde no hace mucho hay que añadir a esa actitud la poca asistencia a conciertos de bandas que intentan hacerse un hueco en la escena. Algunos son incapaces de pagar 6, 10 ó 15 euros por ver un directo de estas bandas, pero en cambio sí pueden dejarse 100 euros para asistir al concierto de una banda de renombre, sólo para poder contar que han estado en ese «bolo».

Y qué decir de las descargas ilegales. Ese imaginario susodicho que se autodenomina heavy es incapaz de comprar un disco. Todo lo piratea y todo lo consume en su casa. Porque si no le gusta el trabajo de un grupo, un trabajo que ha costado tiempo y dinero, siempre lo podrá borrar y reutilizar ese espacio para otros menesteres. Por si fuera poco, incluso es capaz de aconsejar a algún músico que grabe su disco en pendrive.

El Metal está de moda. Quién me lo iba a decir en los 80 y 90. Camisetas de tu grupo preferido en las tiendas de moda, aun cuando estas camisetas incluso estén mal serigrafiadas. Las hacen esas mismas marcas que explotan a niños en otros países o a sus trabajadores en este mismo, a los que obligan a trabajar más de las 40 horas semanales legales por poco más del salario mínimo interprofesional. Pero da igual, ser rockero está de moda y todo lo demás da igual.

Estamos de moda porque también hay programas en las televisiones en los que un jurado no tarda en volverse metalero, como de hecho ocurre con el propio público presente en el estudio. Es increíble que parte de ese jurado que está juzgando a una persona -sea del estilo que sea musicalmente hablando-, decida si vales o no para cantar, cuando son ellos los primeros que deberían recibir clases de canto. Está claro que poner profesionales de esa rama como jurado no vende. [Justamente a la misma vez que escribo este artículo me entero de que Fernando Montesinos, bajista de Obús, va a ser miembro del jurado de un típico programa en el que te dicen si vales o no vales. OK. Por fin juzgará a los participantes un profesional como la copa de un pino, rockero además].

Hay otra cosa que me llama la atención y que además no creo que beneficie mucho a las bandas. Qué manía tenemos de grabar con los móviles de forma no profesional un tema o el fragmento de un concierto. No hay nada más que darse una vuelta por YouTube y se puede ver la cantidad de mierda que hay grabada con este dispositivo de cualquier banda de nuestro rollo. Yo creo que así no se hace ningún favor a la banda inmortalizada en ese momento. Resulta similar a lo de pagar 30, 40 ó 50 euros y pasarse todo el concierto mirando por la pantalla del móvil mientras se graba o se hacen fotos. Tío, ¿no será mejor verlo a lo grande? Ya hay por fin alguna banda que en la entrada del concierto te da unas bolsas con un precinto para que no uses el móvil durante el «bolo».

Como he comentado al principio, los valores de un rockero de verdad se han perdido o van en una dirección que no es la correcta. ¿No sería mejor que todo esto fuese de otra manera? No podemos contar con los políticos de este país, que no hacen nada por favorecer nuestra existencia y pasan totalmente de los profesionales del mundo musical.

Qué decir de los grandes promotores de conciertos, que ahora la tienen tomada con los medios de comunicación del género. No sólo no valoran tu trabajo, sino que hasta piden impuesto revolucionario a modo de artículos que promocionen el evento del momento como pago del pase de prensa. E incluso te invitan a pasar por taquilla, cuando muchos de esos medios lo hacen por amor al arte. Bien o mal, te guste o no, lo que hace la prensa antes mencionada es promocionar tu evento gratis.

Por otra parte, la competencia entre esos mismos promotores está más que comprobada, siendo además una competencia malsana. Este año 2018 es una barbaridad la de conciertos que hay programados. Se supone que el rockero no tiene tanto dinero para hacer frente a tanto concierto, ya que venimos de clase trabajadora… ¿O quizás hasta eso ha cambiado? No sé, la sensación es otra. La sensación es que como tal o cual empresa es la que más conciertos o más grupos va a traer este año, les da igual si la gente puede pagar o no. Sálvese quien pueda. Hasta Mago de Oz se ha visto salpicado por este exceso de conciertos, ya que han tenido que posponer su esperado ‘Diabulus in Opera’ por falta de sitio y fechas.

Qué decir de la moda de las bandas tributo. Hay festivales que sólo contratan este tipo de grupos, con gran afluencia de público. Con todos los respetos, personalmente creo que estas bandas no aportan nada a la escena. De sobra sabemos que el nivel de nuestros músicos es alto, aun cuando muchos de ellos no son conocidos. Es cierto, a veces graban discos con una producción impecable que luego no se refleja en directo. Pero aun así, ¿acaso son las bandas tributo la manera definitiva de atraer público?

En fin, no hay que olvidar que el relevo generacional a las bandas madre está por llegar. Porque también esto va a ser otro problema para el Metal. ¿Tendrán los grupos que vayan quedando el suficiente carisma e ideas compositivas como para mantener la atención del público y la infraestructura actual? ¿O se empezará a perder público? ¿Serán las bandas tributo el futuro del Metal?

Buff, demasiadas preguntas en la cabeza. El tiempo lo dirá. Yo, desde luego, Metalhead to Death.

José Ramón Nieto «Kema Puas»